Mens sana in corpore sano

9:27

Un aborto se puede ver como el fallo de algo físico pero también es un choque emocional tanto para los afectados directos como su entorno, que es lo que llevo defendiendo desde que empecé con este blog. En una entrada anterior os hablaba del tiempo a dejar pasar antes de volver a ponerse manos a la obra. Esta vez no pretendo reincidir en lo mismo, sólo contaros lo que para mi representó verme "obligada" a hacer un parón en el camino y lo que realmente me aportó.
 
Con el cambio de ginecóloga, la visita al especialista en inmunología y la solicitud de todas las pruebas por ambas partes se nos hizo una petición: ¿podéis esperar a buscar un nuevo embarazo a tener los resultados?
Creo que es más que evidente que dijimos un como la copa de un pino; queríamos evitar pasar por otro aborto, y si eso requería de un tiempo muerto...pues se lo daríamos.
Por mi cabeza se mezclaban las ganas de obtener una respuesta, tener un culpable a quien achacar nuestro problema y la sensación que se nos escapaba un tiempo muuuy valuoso para poder embarazarnos; mientras duraron las pruebas, y las visitas, sentía que era tiempo invertido en resolver nuestro caso, pero toda prueba requiere de un margen de tiempo antes de conocer el resultado...y ese fué el peor impás: con tooodos los "deberes" hechos tocaba NO-HACER-NADA y por algo se suele decir aquello de quien espera desespera (últimamente estoy muuuy refranera, ¿no?)
 
Acabamos la última batería a principios de Agosto, nuestro mes de vacaciones desde hace años por temas laborales, y a mi, que me encanta viajar y conocer lugares nuevos, no me apetecía mirar nada de nada. No debíamos haber tenido vacaciones: nuestro primer embarazo hubiera nacido este mes y hubiendo llegado a buen puerto el segundo...mejor no irse a las chimbambas y llevar un embarazo tranquilo. Así que por un lado me resvalaba todo y por otro sabía que la situación no era la que creía hacía unos meses y tocaba dar paso a la improvisación.
 
Por poco que se pueda pienso que un cambio de aires es muuuy necesario. No hace falta dar la vuelta al mundo, solamente hay que buscar salir de ese entorno físico, de ese contexto, que nos recuerda a cada momento lo que intentamos sobrellevar. Lo sé, por lejos que me fuera el problema seguiría ahí, literalmente conmigo, pero el cerebro es un órgano potentísimo que nos puede hacer caer en un bucle de pensamientos para nada productivo, así que hay que mirar de romper el círculo vicioso con nuevos estímulos.
 
Por entonces, me encontraba físicamente recuperada así que me veía con más fuerzas para un nuevo asalto "a la cuna" que no para salir unos días fuera. Mi marido, mi graaan apoyo (como nuestras familias) y Pepito Grillo particular, me hizo ver que sería echar al traste el esfuerzo hecho hasta el momento y que, si volvía a pasar, se nos comerían los remordimientos y la mala consciencia.
Y nos fuimos, con una buena oferta, una semanita a Madeira. Yo no lo veía pero una vez allí me di cuenta de que era lo que necesitaba. En cada excursión que hicimos, en plena naturaleza -las cabras tiran para el monte...- me sentía como si recargara las pilas, por cansaaada que llegara al hotel.
¿Pensé en los abortos? Sí, no quisiera tomaros el pelo, pero era de una forma más alejada, lo más parecido a ser un espectador.
Y así fué como me di cuenta de mi cambio de chip: había hecho todo lo que buenamente estaba en mis manos, merecía empezar a ilusionarme con el día que nos dieran luz verde, con una nueva oportunidad. Me sentía con una paz interior y un optimismo, yo soy de ver el vaso medio vacío, que hacía tiempo que pedía a gritos sin saberlo.
Viendo las cosas con perspectiva me doy cuenta que, aunque uno puede llegar a generar cierta tolerancia a las malas noticias, el cambio de actitud ha sido clave para sobrellevar el último fiasco, nuestra traca final particular para 2013, mejor de lo que nadie se pueda imaginar y con una actitud luchadora a más no poder.

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