Comunicación: lo primero

15:35

Cuando nos casamos tuvimos que hacer un cursillo prematrimonial, sí, era por la iglesia, y para quienes no sepan de que va se lo resumiré: se basa en, por temáticas, poner distintos asuntos sobre la mesa y, más allá de compartir la opinión con las demás personas, ver hasta que punto se ha comentado entre ambos miembros de la pareja. Familia, tareas del hogar, convivencia... pero para nada penséis que bajo un punto de vista convencional, conservador y tal; quizá es más parecido al programa que daban por allí principios de los 90 "Tu media naranja", donde se hacían preguntas por separado a distintos matrimonios para saber hasta qué punto se conocían.
A l@s que os parezca una chorrada os aseguro que más de un@ y de dos se llevaron una sorpresa con cosas impensables. Nunca se puede dar naaada por supuesto, todo hay que hablarlo y llegar a un equilibrio entre las dos partes.
Una de las cosas que nos sorprendió, y enorgulleció a la vez, fue cuando vimos que tooodo aquello más conflictivo debatido y que para much@s era un descubrimiento, o susto al conocer el punto de vista de su pareja, para nosotros estaba más que hablado, contrastado...
Otra cosa no sé, pero en la relación con mi marido lo que no ha fallado nunca hasta el momento es la comunicación, no exenta de polémica o broncas, pero llegamos al matrimonio habiendo hablado hasta aquello más surrealista y que crees que nuuunca te pasará...¡errooor, porque sí puede suceder!
Y, ¿a santo de qué este tostón que os he soltado? Pues porque una de las cosas que me ha quitado el sueño estas pasadas noches, y aún lo hace, es lo que refirió la doctora cuando contempló la opción, nada descabellada, que no pudieran llegar a usarse los espermatozoides de mi marido.
Se lo tomó como si le echaran encima un jarrón de agua fría, pues iba convencido que con los antioxidantes lo suyo mejoraría, y optó por su estrategia predilecta, la del avestruz, cabeza bajo tierra y a no pensar... o no querer hablarlo porque así le debe parecer que no existe.
Es curioso, porque yo ya le dije cuando las circunstancias llegaron a hacerme sentir taaan culpable que estaba dispuesta a ir a ovodonación, que me daba absolutamente igual, serían mis hij@s porque eso es un sentimiento, ya ni siquiera implica haberlos parido. Y él no puso problemas, aunque reconoció que le sabría mal que no fuesen míos por mucho que de él sí.
Ahora se ha girado la tortilla, y a mi me sabe mal por él pero a la par me da rabia porque da la sensación que no sería lo mismo; así pues, ¿lo importante y fundamental es que sean de él genéticamente hablando? Yo puedo acceder a una ovodonación, ¿y él pone mala cara ante una donación de semen? ¡Por supuesto que no entraba en mis planes! Pero pensaba que quería formar una familia, y me da miedo que si accede por mi, dado el caso... ¡no quiera la/s criatura/s que pudiera/n nacer!
Espero que las visitas a los médicos especialistas en reproducción asistida puedan echar algo de luz sobre el asunto, y quizá por eso la espera se me está haciendo eterna a máaas no poder... Quiero saber de una vez por todas a qué atenernos y poder tomar una decisión en firme, pues de momento esto es lo más parecido a una pesadilla donde no paras de abrir puerta tras puerta sin saber cual será la última ni lo que encontrarás al final.
 
Incluso me había planteado ir avanzando faena, buscar un buen andrólogo y que le echara un vistazo, ya que en CIMAB hicieron las pruebas diagnósticas a nivel de semen pero no se ha podido contrastar mediante exploración si realmente el problema es por exceso de oxidación o existe alguna causa más, intrínseca o extrínseca a mi marido.
De momento no lo he hecho, pues pienso que nos darían la cita a la par que las otras dos (con los médicos de RA) y si ellos creen conveniente mirarlo más tendrán sus propios equipos multidisciplinares donde habrá un andrólogo más que seguro. ¿Tengo que aprender a esperar? De acuerdo, pero es que llevo 18 meses esperando un desenlace definitivo, saber a qué atenerme, saber qué cartas debemos jugar... la incertidumbre me mata, no puedo hacer más.

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