En 12 horas escasas sabremos la causa de nuestra última pérdida y confirmaremos de qué mal hemos de morir, y digo confirmar porque es evidente que lo único que nos queda es pasar por RA, pero hay que saber hasta qué punto se podrá usar nuestra materia prima o no y de qué forma.

Verdaderamente esta última semana no he pensado a penas en la cita de mañana, más allá de lo estrictamente organizativo para el trabajo, quizá por la "tranquilidad" de tenerla con tanta prontitud tras el legrado, cosa que me ha evitado la odiosa sensación de estar perdiendo el tiempo.

¿Qué espero/deseo que nos digan? Que otra vez ha sido un problema genético; motivos para pensar que esta sea la respuesta los hay, pues el hecho de ser un embarazo anembrionario suele ir vinculado a un fallo prematuro del desarrollo del embrión por alteraciones genéticas severas e incompatibles con la vida. No penséis que soy masoca, que me gusta la idea un posible problema genético en los gametos por alguna de ambas partes ni nada por un estilo, pero la realidad es que llevamos cuatro abortos casi idénticos entre ellos y eso es indicativo de que algo pasa, así que mejor poder ponerle nombre y apellidos a nuestro mal y saber como debemos proceder.

Lo que no me apetece, pero igualmente sabremos, es conocer el sexo del/la hij@ que pudo haber sido y no fue. Para nada vayáis a pensar que eso marca la diferencia de llorar o no la pérdida, ¡no, no y mil veces NO! Pero sí que es cierto que poder poner "cara" a tus ilusiones, tus esperanzas, da pie a que surjan pensamientos tales como "Le habríamos llamado X", "La abuela le hubiese hecho con media todo de ropita" o "El abuelo le hubiese llenado de cosas de coches".
Como digo a mi marido: saber que has perdido el premio gordo de la lotería amarga, pero si encima te concretan la cantidad aún te tiras más de los pelos; a mi me pasa esto mismo pero con sentimientos de pena y tristeza.

Sea como fuere, estamos a nada de desvelar nuestro último interrogante.