Estado: actualizando

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Ha tenido que pasar más de un año para poder volver a pisar el blog, dedicarle algo de tiempo y poder escribir acerca de mi situación actual. 


Dejé el blog la Navidad de 2018; acababa de pasar por mi quinta pérdida, la más fugaz de todas, un bioquímico. Aún así revolvió muchos recuerdos y me dejó mal cuerpo de pensar que el embarazo de B realmente había sido por chiripa. 

Pues bien, os escribo ahora en medio de la cuarentena por COVID19 y puedo decir que me hallo felizmente confinada con B... y un alegre gordito rubiales de 7 meses (y con mi marido, tres perros, un conejo...). 
Sí, precisamente el día de mi última entrada de 2018 encargamos a mi gordinflónidas para el 9/9/19, con 39s 3d y 3'5kg.

Deciros que en cuanto al tratamiento medicamentoso fue exactamente igual que el de B (Adiro®, heparina a dosis terapéuticas, progesterona, ácido fólico y vitaminas) y que, por recomendación de la ginecóloga, también fué cesárea (y suerte de ello). 

La verdad es que fuera del aspecto médico, este segundo embarazo no tuvo nada que ver con el de mi hija. El único susto lo tuvimos de la semana 8 a la 11 con un manchado intermitente de color marrón chocolate y menor a una menstruación; guardé reposo relativo, pues, en aquel momento, con B con apenas dos años poco reposo absoluto podía hacer. 
Trabajé hasta 3 días antes de la cesárea, aunque es cierto que me habían pedido que rebajara el ritmo ya en la recta final, y más porque me puse como un globo terráqueo, 17kg entre pecho y espalda (cosa que no entiendo porque poco pude parar comparado con el de B). 

Esta vez no hubo duplicidad de pruebas, lo tenía claro, y fue todo un alivio. 
Me salvé por los pelos de la curva larga (salió 139, al límite, límite...), todas las ecos del peque fueron más que correctas y el resto de controles también. 
Si bien había tres cosas que le preocupaban a mi doctora, dado que B ya fue cesárea, por como transcurrió ésta y que servidora iba  descoagulada: 
- el abordaje ante un parto espontáneo sin margen de retirada del tratamiento.  
- la cicatriz en mi útero, pues, respecto a esto, daba la sensación que por esa zona el tejido se veía demasiado fino a nivel ecográfico. 
- un posible acretismo de la placenta. 

Tal y como ya he anticipado al principio, el primer punto quedó zanjado al decidir in extremis pasar por otra cesárea; el segundo y tercero, por defecto, también quedaron aparentemente bajo control al optar por la cirugía, pero fué durante el transcurso de la misma donde los doctores se llevaron la sorpresa: mi útero, en la zona de la primera incisión, la de B, era poco más que papel de fumar, así, sin más. 

Recuerdo quedar en reanimación y que la primera frase de la doctora antes de irse fuera "tal como estaba tu útero, a la primera contracción FUERTE del expulsivo, se hubiese roto... ". En ese momento sentí alivio por haber optado por la cirugía y no pude más que acordarme de mi madre, quien está viva de milagro porque con mi hermano pequeño (somos 3), y siendo parto vaginal como los dos anteriores, se le perforó la matriz sin dar muestras hasta que en un giro de última hora decidió una ligadura de trompas antes de perder el conocimiento y que el ginecólogo se encontrara una arteria uterina echando sangre por doquier. 

Si bien esta vez la cesárea A MI me fué bien (nada de costillas machacadas por una Kristeller y ni rastro de atonía uterina), con mi hijo la cosa no fué tan idílica. 
Sus primeras horas de vida las pasó en observación en la UCI neonatal por malestar con llanto incontrolable que atribuyeron a haber tragado líquido o una aspiración de la mucosidad (hablo por lo que me dijeron, pues no soy entendida en esto y a estas alturas tampoco lo reflejaron en su informe al alta). 
Os podéis imaginar que la incertidumbre, las hormonas, el cansancio, TODO, hizo que esas horas me parecieran siglos. 
Por suerte todo acabó bien. 

Y poco más al respecto. Esta vez logré que se respetaran las NO-VISITAS hasta el día siguiente, 3 días después de salir ya tenía que (y podía) hacer vida normal llevando a la nena al cole y la cicatriz, 7 meses después, no muestra un queloide tan feo como la primera, aunque eso es lo de menos. 

Así pues, el tratamiento en mi caso SÍ que resultó clave para poder sacar para delante otro embarazo, siendo la probable causa del bioquímico alguna anomalía genética que lo hizo inviable de buenas a primeras. 

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2 comentarios

  1. Pero bueno... ¡qué sorpresa!¡Enhorabuena por ese rubiales! Me alegro muchísimo, de verdad, y gracias por contarlo. Con experiencias como la tuya mantenemos viva la esperanza :D

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  2. Madre mía, qué alegría y qué sorpresaaaaaa! Enhorabuena, lo has luchado muchísimo y has sufrido mucho para llegar a la meta. Disfrútalos. Un abrazo y gracias por pasarte a contarnos!

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