Otras Navidades fueron mejores

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Así lo siento y, aunque más tristes fueron los primeros años sin mis abuelos, no puedo remediarlo. Hago lo que se espera que haga en estas fechas: decorar la casa -a regañadientes- hacer las compras navideñas, preparar los días que recibimos a la familia en casa... pero entre obligada y por inercia, y para que no me hinchen más la cabeza, me muevo.
 
Ayer, dos parejas de amigos nos entregaron su felicitación de Navidad con la foto de los respectivos niños; para unos son sus segundas, para los otros las primeras. Y entiendo que les haga ilusión, mal iríamos si no fuera así, pero cada vez que paso por el mueble de casa donde están expuestas me entra un no sé qué. Entre pena, vacío, envidia (sana, pero envidia al fin y al cabo)... sentimientos que no son la mejor compañía, ni ahora ni nunca.
 
Otro de mis problemas estas fechas: las reuniones familiares con tooodos los niños. Por suerte solamente será un día, Navidad, pero ni qué deciros de lo cueeesta arriba que se me presenta la comidita de marras. No me sabría para nada mal quedarme en casita sola sin nadie que me atosigara. Y ya no se trata de una neura como un piano, que no os digo tampoco que no, sino que por muuucho que intentes pasar de los nenes en ocasiones así...¿qué leñes haces si te vienen a buscar ellos o a hacer una monería? Fuera un adulto tendría cero miramientos, pero no es el caso, y no tienen la culpa, pero el cuerpo no pide eso.
 
No pretendo, ni quiero, vivir anclada en el pasado, pero no se como evitar rememorar cada una de las cosas que nos pasaron las anteriores fiestas. Como nos moríamos de ganas que llegara el 24 para dar la buena nueva o la ilusión de pensar cómo serían nuestras vidas en un 2013 que se presentaba como el mejor en muuuchos años. Este año qué distintas son las cosas, la vida nos ha puesto a prueba, conmigo se ha cebado, sólo hay ganas de eliminar de nuestras vidas el año que estamos a punto de dejar.

Ya sé que en ningún sitio está escrito que 2014 tenga que ser mejor, puede ser igual de malo, o peor, pero parece que necesitamos el efecto psicológico de esa puesta anual del marcador a cero que hacemos la madrugada del 31/12 al 1/1.
No puedo cambiar mi sentimiento hacia estas fiestas ahora por ahora, lo único que albergo es la esperanza que la luz al final del camino se materialice en los meses que vendrán y, por fin, podamos cumplir nuestro deseo de ser padres.

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